Vargas Llosa, racismo e inquisición literaria en RD
![]() |
El autor es profesor de la UASD. Reside en San Juan de la Maguana |
Por. Rubén Moreta
El
regatearle el galardón por opiniones que sobre una violación flagrante de
derechos humanos a un escritor Premio Nobel de Literatura, consecuencia de una
sentencia discriminatoria y racista del Tribunal Constitucional (No. 168-13),
que nos convirtió en un “apartheid del caribe” como muy bien lo denunció al
mundo Mario Vargas Llosa, se convierte en un ejercicio retaliatorio de nueva
inquisición y gendarmería intelectual y literaria.
Que
en la República Dominicana sectores “nacionalistas” estén impugnando el
otorgamiento del premio Internacional Pedro Henríquez Ureña al laureado escritor Vargas Llosa, autor de la novela de habla
hispana más importante del siglo XX, titulada La Fiesta del Chivo, obra
monumental que ausculta uno de los períodos más abominable de nuestra historia,
la Era de Trujillo, habla muy mal de nosotros como país.
Como
país, estamos exhibiendo una pose fundamentalista e inquisidora. El premio no fue gestionado ni “cabildeado” por el escritor Mario Vargas
Llosa, sino que en la lógica de
internacionalización de la Feria del Libro de Santo Domingo, se concibió el
Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña, dedicado a escritores que hayan
hecho un aporte trascendente a la literatura y a las letras en general, méritos
con los que ha cumplido provechosamente el escritor latinoamericano.
Es
así que un jurado constituido al efecto decidió, en pleno uso de sus
atribuciones y potestades, asignarle el galardón al polémico Premio Nobel de Literatura. Que desde el gobierno, la derecha
“nacionalista” y un segmento de la intelectualidad criolla estén haciendo
“piquito y bembita” por este premio a Vargas Llosa, es una acción ridícula,
desbordada, incorrecta e innoble. Esta actuación
es una grosera e imperdonable persecución por sus ideas a un libre pensador,
que retrata a los perpetradores como policías ideológicos.
La
inverosímil impugnación a la entrega de este premio es una consecuencia de las
miserias de nuestra formación por las falencias de nuestra escuela y por el
nivel de desideologización que vivimos hoy.
Es
que el conservadurismo ha tomado tanto espacio en la sociedad nacional, que
ya se comienza a erosionar el elemental
respeto a las ideas de los otros, y por eso estamos llegando a los niveles de patear,
torturar y/o lapidar mediáticamente a quien piensa diferente.
Este
inadmisible e irracional ataque a Vargas Llosa, con cuyo pensamiento tengo
diferencias muy marcadas, es un hecho desbordado, y lo peor es que desde el
gobierno se monten en esa cresta pseudo-nacionalista, combatiendo un galardón
que ha evacuado un jurado competente.
Estos
ataques significan que el conservadurismo ha triunfado y que el liberalismo es
el gran ausente del destino nacional.
La
sociedad dominicana, desde la génesis de
su emancipación política, ha mantenido un matrimonio indisoluble con el
conservadurismo. Las elites dominantes
no han permitido espacio para la fructificación de un modelo liberal, porque la
escuela nacional es la prohijadora del pensamiento conservador.
El
momento más preclaro que tuvimos de dar el salto hacia un paradigma liberal fue
cuando el maestro Eugenio María de Hostos inició su magisterio laicista-positivista,
buscando la construcción de un sistema educativo que rompiera las cadenas del
dogmatismo religioso a través de una escuela laica, pero esta iniciativa fue
liquidada con la firma del Concordato,
que puso en manos del catolicismo cristiano la filosofía educativa.
No
es fortuito el interés que mantiene el clero católico en el dominio del área
educativa, porque desde ahí ejercen el
control ideológico del sistema instruccional.
Por ejemplo, el nivel inicial, donde cursan estudios los niños de uno a
seis años, representa un eslabón fundamental en la escalera de formación del
individuo. Los sacerdotes jesuitas
acuñaron el aforismo: “dame los primeros siete años de vida de un niño y te
diré lo que será el hombre del mañana”, para evidenciar la importancia de este
ciclo pre-primario.
En
el ámbito político, los autodenominados “liberales” que han detentado el poder
en la República Dominicana han dado un giro ideológico, caminando también hacia
prácticas ultraconservadoras. De forma
sumisa, han construido las escalinatas para que seamos un estado medieval en el
siglo XXI.
Es
que todas las políticas públicas están cedaceadas por el clero católico. La imposición de la criminalización del
aborto sin excepción e impedir la educación sexual en el sistema escolar, no obstante
la epidemia de embarazos en adolescentes, grafica el poder político de la
jerarquía religiosa.
Los
liberales, especialmente los que dirigen hoy el Estado, no han sabido o querido
desmarcar la política de la religión.
Eso lo hizo Europa a partir del siglo XV, rompiendo un paradigma de
control religioso que databa desde el
siglo V.
El
discurso de la “revolución educativa” tendrá concreción sí y solo sí se rompen
las ataduras dogmáticas del sistema
educativo nacional. Para ello tiene que
producirse un vuelco filosófico-metodológico de la gestión educativa, que
abarque todos los niveles escolares, sin excepción.
En
el siglo XXI, en la República Dominicana estamos atrapados en el medioevo. Las objeciones al premio de Mario Vargas
Llosa, así lo evidencia.
No hay comentarios